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Ágatas y amatistas

 

  La industria de ágatas y amatistas es una de las principales actividades económicas del departamento de Artigas, al norte del Uruguay. Las piedras son utilizadas para realizar ornamentos, además de ser muy valoradas por coleccionistas. La principal zona de extracción es la de Catalán. Las ágatas y amatistas se localizan dentro de estructuras conocidas como geodas, en el interior de lavas basálticas. El basalto es la roca volcánica.

     Las primeras ágatas fueron encontradas en el sur de Italia, en la isla de Sicilia, en el antiguo río Achates, de ahí deriva el nombre que le fue otorgado por el filósofo griego Teofrasto. Han sido valoradas en la antigüedad en regiones como India y Egipto, ya que eran utilizadas para combatir enfermedades. Los pueblos celtas asociaban la piedra a la diosa Ceridwen, quien poseía el caldero de la Inspiración y la Sabiduría.

    El nombre amatista fue tomado de la palabra griega “amethystos”. Históricamente además de su valor estético, se le atribuían poderes milagrosos; desde la protección de los cultivos contra las langostas o tempestades hasta la buena suerte en la caza. Los griegos creían que era un formidable antídoto contra la embriaguez. Tanto es así, que tomaban vino con copas de amatistas como una forma de protección contra los efectos del alcohol.

      La industria de ágatas y amatistas en Artigas en sus comienzos estuvo vinculada a los inmigrantes alemanes. En especial aquellos que procedían de la ciudad de Ider-Oberstein en la región de Rheinland-Pfaz, famosa por sus piedras. Los pobladores de esa zona buscaron en el continente americano una mejor vida, primero se radicaron en el sur del Brasil, en el estado de Rio Grande do SulAllí encontraron ágatas y decidieron enviar muestras a su región de origen. Algunos alemanes, presuntamente músicos, llegaron a la zona de Catalán y encontraron piedras en la superficie. Para el año de 1855 arriban al Uruguay Nicolás Schuch y Augusto Becker, creadores de la firma “Schuch-Becker”. Compran un campo en la zona de Catalán para la explotación e instalan su oficina en Salto dando comienzo al envío sistemático de piedras a Alemania. Las mismas eran obtenidas de los lechos de las zanjas y arroyos, y a veces si era necesario se hacían excavaciones con barretas y palas. Luego se las transportaban en caravanas de carretas hasta Salto y de allí, ante la ausencia del ferrocarril, por río a Montevideo. A su regreso, las carretas traían de Salto mercaderías para almacenes y pulperías.

©  Aníbal Nario

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